lunes, mayo 22, 2006

El Confidencial - Los afectados de Fórum y Afinsa y cuando la ley se convierte en acicate para el fraude

leido en Elconfidencial.com

Los afectados de Fórum y Afinsa sufren una especie de limbo legislativo a fuerza de una disposición adicional cuarta de la ley 35/2003 que no es ni chicha ni limoná. Creada para garantizar las inversiones se ha vuelto contra todos por ausencia de desarrollo. La desidia del legislador hecha realidad.

Nunca antes se podía aplicar mejor en un escándalo de semejantes dimensiones el aserto de “hecha la ley, hecha la trampa”. La ley se ha convertido en la trampa.

Una normativa que contrariamente al espíritu de cualquier ley deja al consumidor en las manos de los defraudadores. El Estado no quiere tener responsabilidades y se limita a tirar los trastos a la cabeza de las Comunidades Autónomas, que tratan de lavarse las manos y dicen no tener ni medios ni potestad reales.

El Instituto de Contabilidad y Auditoria Contable, que se ha caído del guindo con las auditorías de ambas empresas justo cuando ha saltado el embrollo, como siempre ha venido ocurriendo en los últimos 25 años, se quitó de en medio en su día igual que hicieron el Banco de España, la Comisión de Valores, Seguros y los sucesivos ministros de turno, según hemos conocido.

Todos sabían que podía ocurrir semejante desmadre y al final ha tenido lugar y gracias a su labor de Pilatos no hay responsable alguno más que aquellos que confiaron sus inversiones en lo que parecía una actividad regulada, pero no era lo que parecía ser.

Es el Fiscal el que habla de actividades financieras cuando el resto insiste en que los 350.000 afectados lo que han hecho es simple y llanamente comprar sellos. Ya te digo.

Ahora resulta que la inversión en un fondo de sellos, valorado al libre albedrío, el depósito de dinero y el préstamo de valores, tres asuntos propios de un banco o una sociedad de inversión, no eran tales.

Es la perversión de la norma. Una ley hecha para que todo parezca lo que no es. Para que una actividad financiera simule una acción comercial. Para que nadie asuma responsabilidades reales en caso de fiasco. Para que la regulación se diluya entre los mares de los desarrollos posteriores, de los futuribles que nunca llegan. Bueno hasta que estalla el escándalo.

Una ley que podría ser considerada un fraude, una ley del tocomocho o el tocomocho hecho ley.

Y Hacienda, nuestro querido Fisco llevándose durante más de 25 años el 35% de Sociedades hasta que la bola de nieve no cabía por la puerta de entrada al paraíso y los billetes de 500 se desparramaban por el recuadro de los sellos.

Luego está ese otro asunto del traspaso de poderes en Rodrigo Rato y Pedro Solbes. Como no es público, como no hay transparencia en este tipo de actos, pues cada uno reprocha al otro lo que le viene en gana. Si los trasvases entre representantes del mismo color no suelen ser modélicos, por eso de no dejar papeles, los de contrario signo son aún mejores.

Daría para un libro conocer la actuación de nuestros próceres cuando les toca ceder el sillón en los respectivos ministerios y en La Moncloa. Las limpiezas de disco duro, los anaqueles vacíos, el borrado de teléfonos, la cartera reluciente. La escenificación del traspaso, el traspaso de la nada. Así es el poder que deja a sus ciudadanos en la estacada porque el legislador no estuvo fino.

Y por supuesto la enorme factura de la ausencia de cultura financiera, la asimetría del peso de la economía española con el desarrollo por ejemplo de la educación, la innovación, el conocimiento.

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